A veces siento ganas de mandar a la mierda todo y solo seguir mis instintos. No puedo dejar de sentir miedo y preocuparme por si este es realmente el camino correcto, correcto no el sentido de "bien" o "mal"; sino en el que si este el que yo busco, el que quiero, por el que vale el esfuerzo y por el que en algún momento diré: hacer esto es lo mejor que pude hacer. Lo que en realidad asusta es pensar en el tiempo, dinero y energías que puedo estar perdiendo en algo que me lleve a nada o que termine por dejarlo a medio camino, ¡o peor aún!, que decida no dejarlo y lo siga tan solo por ya haber comenzado.
Paradójicamente, estos días he hecho y deshecho con tal vehemencia que ni yo en otras circunstancias me reconocería; he arreglado, coordinado, solicitado y... ¡hasta planificado 5 años de mi vida con una determinación absoluta! He estado esperando con ansias respuesta positiva a mis peticiones, que se concrete mi plan armado en media hora de camino en combi mientras miraba por la ventana, imaginaba discursos, conversaciones, elogios y hasta envidias. Pero... ¿Qué es lo que me pasó? De pronto resulte tan decidida a meterme hasta al fondo en callejón sin salida; de atarme a una vida que quizá, si lo pienso un poco, no es la que llevo, no es la que quiero.
Es que la ilusión de ser libre, la ansiada independencia y el reconocimiento público llegaron más allá del límite que imaginaba tenían, aplastaron el miedo, rompieron barreras de indecisión, sofocaron cualquier duda; entraron marchando, movieron mis piernas, brazos y sobre todo boca, ¿de dónde salían tantas palabras y sonrisas?... Yo y mi bocota. Perdí total control en un abrir y cerrar de ojos. Hipnotizada por una llamada, una promesa, una palabra mágica, oportunidad abierta.
Paradójicamente, estos días he hecho y deshecho con tal vehemencia que ni yo en otras circunstancias me reconocería; he arreglado, coordinado, solicitado y... ¡hasta planificado 5 años de mi vida con una determinación absoluta! He estado esperando con ansias respuesta positiva a mis peticiones, que se concrete mi plan armado en media hora de camino en combi mientras miraba por la ventana, imaginaba discursos, conversaciones, elogios y hasta envidias. Pero... ¿Qué es lo que me pasó? De pronto resulte tan decidida a meterme hasta al fondo en callejón sin salida; de atarme a una vida que quizá, si lo pienso un poco, no es la que llevo, no es la que quiero.
Es que la ilusión de ser libre, la ansiada independencia y el reconocimiento público llegaron más allá del límite que imaginaba tenían, aplastaron el miedo, rompieron barreras de indecisión, sofocaron cualquier duda; entraron marchando, movieron mis piernas, brazos y sobre todo boca, ¿de dónde salían tantas palabras y sonrisas?... Yo y mi bocota. Perdí total control en un abrir y cerrar de ojos. Hipnotizada por una llamada, una promesa, una palabra mágica, oportunidad abierta.
1 comentario:
Mi experiencia me dice que planificar a largo recorrido es a menudo un camino seguro hacia el error. Las planificaciones han de ser cortas, de rápido alcance y desde ellas, una vez conseguidas, dar el salto a la siguiente.
Que conste que yo ya no planifico nada, me limito a vivir cada día, pero en su momento lo hice, y creo que la mejor manera es la que te he dicho.
Saludos.
Publicar un comentario