Fuimos cómplices siempre. Corrimos de la mano de aquí al infierno, de vuelta y hasta el cielo. Dimos pasos agigantados, nos supimos en las nubes y hoy en casa. Nos golpeamos sin querer y volvimos a abrazarnos. Nos bebimos la vida a sorbos, pues aprendimos que para un solo trago esta el tequila. Y sin darnos cuenta... crecimos y cambiamos. Una mañana despierto y extraño tu voz gritando mi nombre a diario, nuestras caminatas sin rumbo y esa paz de ir por el mundo tarareando y riendo como si no existiera más que nuestras almas, como si no hubiera mañana y se hubiese esfumado el pasado... Y ahora que solo quedan unos pocos de esos ratos, corro hacia ti como niña, corro porque sé que me necesitas, corro porque sé que tal vez se terminen esos días... corro porque te necesito...
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