[Y estamos tan lejos
Y estamos tan solos
Tan niño en mí pecho
Y ojerosa en la mañana]
Tan felices en sueños que quisiera no despertar
y guardar ese ratito de calma hasta escuchar tu risa.
Es que más que el silencio es la incertidumbre
ese no saber que desgasta.
Y es que se me va desprendiendo ese hilillo
de esperanza de donde pende el alma
sin siquiera haberse atado bien; y eso…
aunque no quiera verlo, le ponga mil excusas
e intente digerirlo con paciencia y gracia;
eso es lo que mata.
Y cómo saber, si no te conozco ni los lunares más escondidos,
y encontrar el camino, si no me dejas llegar hasta allá contigo,
si te marchas corriendo escondiéndome el rostro
como si fuera atraparte en la mirada y no dejarte escapar nunca…
de carcelera, jamás; de madre, tal vez un poco;
de hombro presto y brazos abiertos, cuando así lo quieras;
de besos, caricias y locuras, hasta que el mañana sea nuestro.
Duele estar tan cerca al cielo y jugar con fuego
que no encuentro espacio para mi miedo
ni un refugio para tus silencios…
Ojalá mañana no sea tarde y terminar el día sonriendo
que el corazón estruja y la angustia estremece
que la espera agota y mis ojos ya se cansan
de no ver mis labios, en tus ojos, sonreír con magia.
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